Monday, March 24, 2008

mañana

Una mañana después de un no sueño brilla el sol suavecito y sin calor. El mundo es amable y hostil a la vez, y caminamos con dificultad por calles húmedas de Buenos Aires. No quedan muchos colores dando vuelta y el algodón de los oídos disimula el violento rugido de los colectivos. Son monstruos que pasan con números equivocados. Podemos esperar años bajo un poste infeliz, con el silencio a pleno en nuestras gargantas.
No nos queda nada del pasado de hace horas pero no importa; de cualquier forma es un pasado volátil del que no nos hacemos cargo ni nos interesa hacerlo. Empezamos a respirar por primera vez en mucho tiempo y nos damos cuenta de nuestro cansancio y del dolor en las plantas de los pies. Parece que nuestros talones tienen almohadas, pero no son cómodas.
Todo está fuera de lugar: las palomas, los perros, los bebés, las estatuas, los edificios, los autos, los puestos de diario, los kioscos, las bicicletas, las bocas de subte, el rocío.
Pasa el tiempo eterno y empiezan a asomarse los esquivos colores, pero ya no los queremos: ofenden los enrojecidos ojos y vibran de manera agresiva. Son duros, opacos y agresivos.
Me acuerdo de los colores translúcidos del vidrio, del celofán y de la luz; de los colores desteñidos de una foto vieja; de los caramelos y chupetines de mazapán... no me entienden, no saben por qué razón abrí la boca para expulsar sinsentidos. Pero esos son colores.

2 comments:

josé lopez romero said...

Me encontré con un sitio, nuevo para mí, que dice cosas como yo no podría aunque las piense. Es así en este caso. Pasé con agradable gusto. mi afecto.

Melisis said...

Gracias por la bienvenida, me olvide cual era mi poema epico, asi que te lo escribo para la proxima.
Salud!