Me siento frente a la pantalla a escribir en el tiempo que queda antes de que llegue enviada por el cielo una hermosa pizza napolitana con mucho ajo y rodajas de tomate el doble de gruesas que lo normal. A ver cuanto puedo tipear antes de que suene el timbre.
Bueno, quizás sea menos de lo que esperaba, porque al haber hecho este punto a parte me detuve a pensar en que escribir y me dí cuenta de que no tenía nada. últimamente me está pasando muy seguido eso, sin embargo, no es que esté pasando por uan etapa de vacío espiritual o como quiera llamarlo Bucay, he pensado y he pensado mucho y en muchas cosas. Boludeces quizás, porque soy medio boluda, (como estuve explicando hace unos días, en relación a mi problema para distinguir la izquierda de la derecha), pero cosas al fin.
Por ejemplo, estuve pensando en las cosas que me gustan hacer. No las grandes cosas, como tener mucha plata y viajar por el mundo prensentando mi libro que habla de como hacer mucha plata y viajar por el mundo, sino en las chiquitas, aquellas de las que no me doy cuenta. Que me gusta caminar por la calle y no mirar para adelante, mirando a la gente. Me gusta mirar para arriba y ver como se mueven las copas de los árboles contra el sol, y como se cruzan los cables en los postes de luz y van de acá para allá. También mirar para abajo y ver caminos de hormigas llevando hojas o ver toda la basura que se amontona y se vuela, o sino pisar las rayas o ir de a dos baldozas por vez.
Bueno, se me acabó el tiempo, podría haber dicho más cosas pero ya llegó la pizza. Una de las cosas que me gustan es comer pizza.
