Bienvenida sea la anestesia cuando llega. Bienvenida esa calma que te da la seguridad. Sea una seguridad positiva o negativa, es la bendita estabilidad que llega...
El saber que un no es un no y no un tal vez o un quizás me da una horrible sensación de quietud que hace mis días soportables. Lo más desagradable puede que sea el seguir corroborando como la soledad me arrastra a la cobardía y que la cobardía me lleva a la nada, esa nada que se vuelve esta famosa anestesia.
Y de la nada siempre sale una chispa, que al menos me lleva a arrojar palabritas sueltas.
En un tren garabateé unos trazos...
Algo dejó, algo especial, diferente. Me empapó en nostalgia y desenterró objetos hundidos en mi. Me enseñó a añorar y yo no sabía que había una escuela de la añoranza, con sus reglas y definiciones. Se volvió añoranza. Todo fue descubrir, sacudir, empañar, romper, reparar y olvidar. Pero el construir fue imposible, casi tanto como el predecir, clasificar o leer. Dejó de ser una ciencia en todo momento y nunca pude someterlo a métodos de estudio. Tampoco quiso aprender... no hay nada que sobre para aprender.
Ahora que sólo queda un eco, voy a capturarlo y guardarlo con cariño, meterlo en un frasco con otros ecos que se fueron erosionando hasta no ser nada, hasta que pueda apreciar todo lo que dejó con sinceridad y no se vuelva una excusa mentirosa para pasear por mi cabeza. Y cuando eso pase ya no le voy a escribir palabras ni negar secretos. El ciclo puede repetirse mil veces más, que ya voy a estar acostumbrada.
No se parecía mucho eso a lo que escribí, pero por qué no habría de modificar mis propias palabras mientras exista el delete o el supr en mi teclado?
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