Luz. Silencio. Luz. Silencio. Más.
Luz. Silencio. Un rugido.
Finalmente, la lluvia.
Miles de dedos golpeteando las ventanas. La gente huyendo de la amenaza infantil, del peligro de terminar muerta en el campo de batalla. Y lo peor de todo, mojados.
Es un terror al agua porque todos nos hicimos gatos de repente. Y como gatos nos desplazamos ágilemente y trepamos paredes, árboles; arañamos a la gente, a esos otros gatos que se escapan como nosotros en la lluvia.
La ropa es más pesada cuando se moja.
Las lágrimas no se notan cuando llueve.
La lluvia es un milagro cuando no se instala eternamente.
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